
21 Ene BERNARDA ALBA COSECHA EL APLAUSO ESCOLAR
Marta Saavedra
Cerca de 3.000 espectadores de la ESO y Bachillerato aplauden esta versión expresionista de La Casa de Bernarda Alba, homenaje de Delirium Teatro a Lorca.
Durante tres jornadas y a lo largo de seis representaciones, la compañía Delirium Teatro continuará con la celebración de su treinta aniversario sobre las tablas del Teatro Cuyás de las Palmas de Gran Canaria con la exhibición de su penúltimo montaje: Bernarda Alba. Se trata de una versión de estética expresionista, fiel al estilo de la compañía, que estrenaron en marzo de 2015 en el Teatro de Tacoronte. (Tenerife).
La obra La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, está considerada como una de las piezas dramáticas más importantes del teatro español del siglo XX, aunque su autor no llegó a verla representada sobre la escena debido al controvertido asesinato perpetrado en los primeros días del alzamiento militar contra la Segunda República, en abril de 1936. El texto recoge la realidad rural de muchas mujeres en la Andalucía de la primera mitad de siglo XX, confinadas a recluirse en sus casas con puertas y ventanas clausuradas a la vida social y bajo el sometimiento de las convicciones sociales, la religión y la represión autoritaria del hombre (en este caso un poder jerárquico que asume Bernarda Alba, el personaje principal sobre el que gira el drama: la viuda de 60 años que obliga a guardar luto a sus hijas privándolas en plena juventud de poder salir a la calle y vivir su vida con total normalidad). Autoridad, frustración vital, jerarquía, deseo, celos y muerte: todos estos elementos se conjugan en la obra excelsa de Lorca.
Para la compañía Delirium este espectáculo les ha supuesto una magnífica oportunidad de revisar al Lorca eterno y de dar la oportunidad de lucirse en un texto que las actrices “piden a gritos”. La oportunidad les ha llegado en este caso a Soraya González cofundadora de Delirium y a Carmen Cabeza, infundadas en los dos roles más característicos y antagónicos de la obra, como son Bernarda Alba, y Poncia. Entre ambas se pasean las desdichas, los odios y las pasiones encontradas y contrapuestas de las hermanas, Magdalena (Carmen Hernández), Angustias (Lioba Herrera), Martirio (Nuhr Jojo) y Adela (Sofía Privitera).
Como cuenta Severiano García, director de la compañía, “El que monta a Lorca ama a Lorca». El director, que fundara la compañía junto a Soraya González allá por 1985, ha representado el texto al máximo, y añade elementos contrapuestos en su propuesta. Así, la banda municipal ameniza las principales escenas desde el foso, dotando al montaje de ese costumbrista (aunque simbolista) ambiente que rezuma la obra, y en especial la “casa” y el pueblo. Por otra parte, el vestuario y la utillería rompen esquemas ante la mirada del espectador del siglo XXI, a través de los móviles que Bernarda obliga a tirar al cubo de la basura, o ese abanico de neón al que se aferra Adela y que nos recuerda que en los ocho años de luto no ha de entrar la luz en la casa de Bernarda Alba.
En resumen, la obra transcurre durante noventa minutos de homenaje imparable a Lorca, a su escritura dramática y (por qué no) a su visión crítica de la mujer española en la década de los 30, y que se desenvuelve ante un público disparado directamente a las vísceras, para removerles la conciencia y dejar en ella la visión de un Federico algo burlón y sarcástico que nos observa desde el fondo de la escenografía, como si quisiera recordarnos que no, que nunca se ha ido del todo mientras queden Bernardas Alba dispuestas a negar la evidencia.
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